4 de agosto de 2013

Un Sistema Energético propio del siglo XXI

España es un país con mucho Sol. Tenemos más del doble de horas de Sol al año que Alemania, y sin embargo Alemania ya tiene más metros cuadrados de paneles solares fotovoltaicos instalados que nosotros.

¿Cómo se entienden tan absurdas diferencias?, ¿por qué no aprovechamos el Sol que tenemos?, ¿por qué seguimos tirando de las energías fósiles y contaminantes?

Muy sencillo, por la privatización de nuestro sector eléctrico y la corrupción política.

Las eléctricas han conformado un oligopolio con el beneplácito del Gobierno y han decidido hundir las energías renovables. Siendo el sector de la energía eléctrica un sector verdaderamente estratégico para el relanzamiento de la economía española, el Gobierno del Partido Popular prefiere contentar a esta minoría perversa antes que pensar en el interés general.

El suicido eléctrico y por tanto, económico, no tiene precedentes. Nuestra economía se encuentra en una situación crítica y las alternativas (viables) que posibilitan la recuperación no se quieren considerar porque los oligopolios del sector prefieren mantener su situación de absoluto privilegio y dominio frente a los pequeños y medianos productores.

Para estas empresas tan poderosas, posibilitar la implantación de las energías renovables es, de momento, contrario a la maximización de sus beneficios. Y por tanto, estas empresas no están realizando una labor social ni están a la altura de las necesidades de la sociedad española del siglo XXI.

Un sistema energético propio del siglo XXI debe estar fundamentalmente basado en la producción de energía eléctrica a través de las fuentes de energía renovable.

Sería a través de un potente mercado eléctrico basado en las energías renovables, que España podría no sólo salir de la crisis, sino también obtener su independencia energética y hasta convertirse en exportador de energía. La energía eléctrica se convertirá, a medio y largo plazo, en el nuevo motor de las eocnomías desarrolladas.

Pero para ello tendríamos que devolver al Estado el control de las grandes compañías eléctricas, previa anulación del déficit tarifario que éstas, siendo privadas, han originado. A partir de este paso fundamental, aprobar el autoconsumo y el balance neto supondría garantizar nuestro crecimiento y nuestro futuro económico. Y aun subvencionado a la totalidad del sector, saldríamos ganando con respecto a la situación actual.

Las primas a las renovables deben volver, son una inversión de futuro.

Empezaríamos con la instalación de miles de metros cuadrados de paneles solares fotovoltaicos, paneles solares térmicos, nuevos parques eólicos, etc. Después vendría la producción de coches y baterías eléctricas, la sustitución paulatina de gasolineras por puntos de carga eléctrica, y a través de catalizadores solares, también podríamos ser pioneros en la producción de hidrógeno como combustible.

Con todo esto, la sociedad española se ahorraría mucho dinero con la factura de la luz, se incentivaría el ahorro y la eficiencia energética, la gente podría gastar más en consumir y reactivar con ello la demanda interna, las ciudades dejarían de ser contaminantes y por tanto, fuentes aberrantes de innumerables cánceres, etc. Todo son ventajas.

Los modelos energéticos basados en las energías renovables benefician tanto a la inmensa mayoría de la población como a la naturaleza, y son propios de sociedades avanzadas y responsables. Por contra, los modelos energéticos basados en las energías fósiles, contaminan tanto a la población como a la naturaleza, y son propios de sociedades mediocres y con poca consciencia de lo sostenible, lo eficiente y lo responsable para con la naturaleza.