20 de diciembre de 2013

Producción en cadena, a medida del consumidor

Hace algunos meses, plasmé la idea de poder configurar placas base a medida. En realidad, más allá del sector de las placas base, el verdadero avance para la sociedad y las empresas sería el de poder implementar un modelo productivo mucho más flexible y eficiente.

Actualmente, las cadenas de montaje o producción en masa están pensadas para producir lo mismo todo el tiempo. Y eso a pesar de que la producción en cadena se diversifica constantemente para lograr integrar más y más productos en la misma cadena. Optimizar la producción y hacerla flexible ha comportado poder producir en paralelo y de forma eficiente varios productos al mismo tiempo. De esta forma, productos distintos comparten etapas comunes en la misma cadena de montaje.

No obstante, la idea que presento aquí vendría a revolucionar la forma actual de concebir los productos aprovechando el implacable avance de las nuevas tecnologías: el nuevo modelo productivo estaría basado en permitir a los usuarios configurar sus productos a través de Internet.

Para empezar, se trataría de implementar un nuevo tipo de cadena de montaje que permitiera producir varios productos personalizados y a gusto del consumidor. La personalización sería accesible para los usuarios a través de Internet y se realizaría indudablemente bajo criterios de las empresas.

Un ejemplo sencillo nos ayudará a visualizar el concepto:

Imaginemos que mucha gente estuviese interesada en adquirir un televisor. Los desinteresados en tecnología probablemente se conformarían con cualquier modelo estándar prefabricado de x pulgadas, pero, ¿y los que quisieran un televisor más concreto para satisfacer unas necesidades específicas?

Para ellos, la solución estaría en poder configurar su propio televisor a medida. El proceso de elección comenzaría en la página web de la empresa que produce televisores. Los usuarios accederían a un configurador con opciones progresivas donde elegirían los elementos que la empresa hubiera sido capaz de flexibilizar en su cadena de montaje: tecnología de fabricación (LED, Plasma, etc.), tamaño de la pantalla (pulgadas en diagonal), relación de aspecto (16:10, 16:9, etc.), resolución, contraste, puertos de conexión, altavoces integrados, sensores de luz, webcam, etc.

La personalización estaría por tanto determinada por las variables que la empresa lograse ofrecer a sus clientes a través de su página web. Todos los productos configurados por los usuarios se fabricarían en la misma cadena de montaje, donde cada producto se desarrollaría en base a una producción personalizada. De forma consecutiva, la cadena de montaje iría incorporando a los televisores los elementos elegidos por los usuarios y se fabricarían tantos televisores distintos como solicitudes personalizadas.

He puesto el ejemplo de los televisores porque aun habiendo decenas de empresas que se dedican a fabricar televisores, no existe en el mercado un televisor tan simple como éste: pantalla LED de 24", relación de aspecto 16:10, resolución 1920x1200, 2 altavoces integrados y conexión HDMI.

Sencillamente no existe. ¿Tiene esto sentido en pleno siglo XXI? si lo tiene, que alguien me lo explique.

Mientras tanto, sigue en pié la siguiente cuestión: ¿por qué los usuarios no podemos elegir lo que realmente queremos consumir y nos debemos conformar con lo que las empresas osan ofrecernos? si las empresas están al servicio de la sociedad, entonces han de ofrecer a la sociedad lo que la sociedad quiere realmente consumir. Y para ello deben conocer nuestra opinión, nuestros gustos y nuestros criterios. Si queremos que est
a sinergia consumidores-empresas sea una realidad, sólo la flexibilización eficiente de los procesos productivos, junto con Internet, podrán ser las herramientas que lo permitan.

4 de diciembre de 2013

El MIT y la Certificación Energética

En España se ha abierto la veda para la certificación energética. Llega tarde si nos comparamos con los países del norte de Europa, pero al menos llega. No obstante, el mundo de la ciencia y la tecnología avanza tan rápdio, que existen dispositivos dispuestos a derrumbar los cimientos mismos de la certificación energética. Veamos a qué me refiero:

Existe un dispositivo desarrollado por el MIT capaz de regular la sensación de temperatura exterior en el cuerpo. Esto implica que en una habitación a 15ºC, dos personas que tengan integrado este dispositivo, podrán percibir, si lo desean, 22 y 25ºC de temperatura externa respectivamente.

Lo interesante del caso es que, la certificación en eficiencia energética se realiza bajo unos parámetros de confort de entre 21 y 25ºC. Pero si estos dispositivos, que ofrecen la sensación de confort climático, se llegaran a comercializar, ¿sería entonces inncesario realizar la certificación energética bajo los parámetros actuales?, ¿tendría sentido instalar y consumir tantos kWh al año en climatización?, ¿dónde quedaría entonces la demanda de climatización?, ¿deberán los gobiernos cambiar las leyes y normativas actuales para poder permitir y regular el confort para permitir la autorregulación personal?, ¿dónde quedará entonces la certificación energética?


El hecho de que este dispositivo no sea el único factor que pone en tela de juicio la utilidad o necesidad de la certificación energética, sugiere importantes interrogantes sobre lo que estamos haciendo los técnicos sobre este campo en la actualidad.

Y es que en realidad, la forma en que se está abordando la eficiencia energética, no es precisamente eficiente. No sólo el cálculo de la demanda energética de un edificio deja de tener sentido si tenemos en cuenta los avances tecnológicos, sino que las emisiones de CO2 podrían ser prácticamente nulas si la energía se generase a través de fuentes de energía renovables.

El objetivo 20-20-20 para 2020 es claramente insuficiente y no está correctamente planteado. El objetivo debe ser el cambio de modelo energético para todos los países. Y el único modelo que permitirá un crecimiento económico y un desarrollo sostenible es el modelo basado en fuentes de energía renovables.

Si se promoviese el objetivo de producir el 100% de la energía a través de fuentes renovables, rebasaríamos con creces el objetivo 20-20-20, creando miles de puestos de trabajo, revolucionando la industria del automóvil, reduciendo la contaminación, mejorando la salud y la esperanza de vida de las personas, y además, lo haríamos de una forma mucho más eficiente que con el planteamiento actual.

Sin necesidad de energías fósiles ni de prácticamente reformas en las instalaciones de los edificios, alcanzaríamos niveles de eficiencia A, B y C en prácticamente todos los sectores (residencial y terciario).