4 de mayo de 2015

Bandas de Recarga Inductiva para Coches Eléctricos

El coche eléctrico, pese a sus incuestionables ventajas sobre el coche fósil, sigue presentando graves carencias que no podrán ser resueltas únicamente a través de la mejora de los propios vehículos. La implantación del coche eléctrico necesita de un desarrollo en las infraestrucutras que lo rodean, más allá de mejorar la autonomía y el tiempo de recarga de las baterías.

Hoy por hoy, las infraestructuras de abastecimiento para los vehículos fósiles se caracterizan por estar centralizadas en puntos concretos: las gasolineras. Así, a nivel mundial se extiende una amplia red de puntos que abastecen de energía a los vehículos.

Sin embargo, el coche eléctrico dista mucho de poder aprovechar plenamente este diseño debido a las carencias que tiene en la actualidad. Si bien en un futuro se podrían lograr tiempos de recarga de unos pocos minutos para sostener autonomías de varios cientos de kilómetros, hasta entonces las necesidades del vehículo eléctrico pasarán por remodelar las infraestructuras de los vehículos fósiles.

La opción más sensata es la de ir introduciendo paulatinamente puntos de recarga del vehículo eléctrico en una red bastante más distribuida que la existente para coches fósiles. Poco a poco, las gasolineras pasarían a convertirse en puntos de abastecimiento mixtos, hasta finalmente convertirse plenamente en "electrolineras".

Pero lo que me interesa exponer hoy aquí tiene que ver con los elementos que, más allá de las eletrolineras, conformarán esa nueva red de suministro eléctrico distribuido.

Existen numerosas iniciativas que van desde el uso de tecnologías renovables como la eólica o la solar para instalar puntos de recarga, hasta el uso de las propias farolas de las ciudades como puntos de recarga. No obstante, aun cabría una opción mucho más interesante y pensada especialmente para los trayectos interurbanos.

La idea radica en la posibilidad de realizar recargas inductivas en cadena sobre sucesivas bandas magnéticas dispuestas a lo largo de varios cientos de metros sobre las carreteras o las autopistas. De esta forma, los coches no tendrían que pararse para repostar, y solo con reducir la velocidad, las bandas magnéticas (parecidas a las bandas reductoras) serían capaces de recargar los vehículos de forma inalámbrica.

Claro que, para no entorpecer el tráfico, podrían habilitarse carriles auxiliares para tal fin, ya que no todos los vehículos tendrán la necesidad de recargarse obligatoriamente al pasar por un determinado tramo de carretera.