24 de marzo de 2014

Nuevas Funcionalidades en los Sistemas de Carpetas

Cuando queremos copiar (o mover) un archivo a una carpeta, la cual contiene otro archivo con el mismo nombre, nos aparece un mensaje que nos pregunta:

a) si queremos reemplazar el archivo existente por el nuevo.
b) si queremos copiar el archivo nuevo pero con otro nombre para no reemplazar el existente.
c) cancelar la copia.
*) aplicar la decisión para el presente archivo o para todos los archivos que queramos copiar (o mover).

Estas funcionalidades no han existido siempre, de hecho los informáticos las han ido desarrollando con el paso de los años. Desde que nació la informática, la innovación siempre ha sido una constante.

No obstante, aun falta mucho camino por recorrer. Pondré un ejemplo: imaginemos que tenemos dos carpetas con muchos archivos cada una. Entre ambas carpetas tenemos archivos duplicados y archivos distintos pero con el mismo nombre. Supongamos entonces que queremos unificar estas dos carpetas conservando todos los archivos distintos y sin que nos queden archivos duplicados.

No existe una forma sencilla de hacerlo. Pero pensando un poco e implementando un cuadro de diálogo con más opciones a la hora de copiar (o mover) archivos, la cuestión se podría resolver con mucha más facilidad. Al querer mover los archivos de una carpeta a otra, y al detectarse archivos con el mismo nombre, nos podría aparecer un mensaje con las siguientes opciones:

a) si queremos reemplazar el archivo existente por el nuevo, cuando exista una coincidencia total (mismo tamaño de archivo, misma fecha de modificación).
b) si queremos reemplazar el archivo existente por el nuevo, cuando el nuevo tenga una fecha de modificación más reciente (independientemente del tamaño de archivo).
c) si queremos reemplazar el archivo existente por el nuevo, cuando el nuevo tenga una fecha de modificación más reciente (sólo cuando el tamaño de archivo sea el mismo).
d) si no queremos reemplazar el archivo existente por el nuevo, cuando no exista ninguna coincidencia entre ambos (mover el archivo nuevo pero con otro nombre).
e) cancelar la movida.
*) aplicar la decisión para el presente archivo o para todos los archivos.

Esto es sólo un pequeño ejemplo para un caso muy concreto. Pero también se me ocurren otras funcionalidades para los sistemas de carpetas. Por ejemplo, el poder renombrar todos los archivos de una carpeta con un sólo click o comando, con posibilidades de poder elegir un prefijo y una base de numeración.

¿Cómo se podrían renombrar todos los archivos de una carpeta? debería poder hacerse, como no, a gusto del usuario: por orden de nombre, tipo, tamaño, fecha de modificación, etc. Y una vez ordenados a nuestra voluntad, renombrarlos consecutivamente, del primero al último.

¿Utilidad? quien sabe, pero poder mejorar las pequeñas cosas de la vida también es importante.

Lo que es evidente es que nadie podrá hacer uso de estas funcionalidades hasta que se inventen e implementen. Lo interesante aquí es que la forma de hacer las cosas debe cambiar. No es lógico dotar a la sociedad de sistemas operativos cerrados sin que existan mecanismos para que los usuarios expongamos nuestras sugerencias y necesidades. Menos aun sin que nuestras demandas lleguen a implementarse y se permita que los sistemas se actualicen en función de ellas, con el fin de que podamos configurar y personalizar las funcionalidades que más nos convengan en cada momento.

18 de marzo de 2014

Sin Obsolescencia Programada

Si existe algún concepto que refleje con claridad la moderna sociedad occidental (Primer Mundo), éste no puede ser otro que el de Consumismo Frenético: un modelo de desarrollo económico basado en la producción incesante de artículos de consumo, en la competencia de precios, en la captación continua de clientes, en la optimización de los procesos productivos, en el llamado valor añadido, etc.

En cierta forma, este estilo de vida nos viene muy bien, puesto que los consumidores ya no queremos "lo de siempre", buscamos nuevos y mejores productos, y sobretodo buscamos rentabilidad, igual que lo que hacen las empresas. No obstante, lo que va bien para unos, no siempre va bien para otros. Si este fenómeno ya ocurre entre las empresas, ¿cómo no va a ocurrir entre las empresas y la sociedad?

El modelo económico actual se basa en la máxima de que la producción no se deberá detener jamás. Todas las empresas buscan producir cada vez más, obtener más beneficios, más clientes, abarcar más sectores del mercado, diversificarse y expandirse a nuevos mercados, etc. En definitiva, reproducir el mismo patrón productivo constantemente. Y eso, no siempre va a la par con los intereses de los consumidores.

Es por ello que es de importancia capital el entender que estamos inmersos en un modelo productivo feroz, que no se detendrá ante el Calentamiento Global, y que exprimirá hasta la última gota de petróleo y gas del planeta, entre otras cosas. Espero equivocarme, pero tal vez empiece a ser hora de que los consumidores nos planteemos qué tipo de productos queremos realmente comprar, a que propósitos queremos contribuir con nuestras decisiones como consumidores, qué ejemplo queremos dar para con nuestros semejantes, etc.

Y he aquí un faro firme sobre un mar picado: apostar por la durabilidad y la reparación, antes que del inagotable ciclo de comprar-tirar-comprar. Con esta simple predisposición estaremos contribuyendo a la sostenibilidad de la naturaleza y de nuestra propia civilización. No es necesaria la producción ni el vertido incesante de productos. La tecnología está preparada para potenciar el ahorro y la eficiencia energética, para proteger a la naturaleza, y para que podamos cambiar nuestros hábitos de consumo.

La tecnología debe llevarse hasta el extremo, desde la automatización robotizada y monitorizada de la producción, pasando por alargar considerablemente la vida útil de los bienes de consumo, hasta lograr minimizar el impacto de nuestra actividad en la naturaleza. De esta forma, se debe ir sustituyendo al hombre por la máquina, se debe apostar por la innovación, el I+D+i, y por la autosuficiencia energética a todos los niveles.

Necesitamos un modelo de sociedad responsable y sostenible, que redefina los actuales parámetros de crecimiento y desarrollo, y que ponga la tecnología verdaderamente al servicio de la sociedad.

Es probable que el concepto de Obsolescencia Programada exista, no en todos los ámbitos ni en todos los sectores de la producción mundial, pero sí en muchos. En este sentido, creo que es importante hacer mención al Movimiento Sin Obsolescencia Programada, que persigue una mayor durabilidad de los productos que compramos, así como ahondar en el reciclaje y la reparación antes que en el reconsumo inmediato y continuado.